Título: La biblioteca de los muertos
Autor: Glenn Cooper
Nº páginas: 432
Editorial: Grijalbo
Sinopsis: En la antigua Bretaña, el nacimiento de un niño único cambió el destino de toda la humanidad. Siglos después, una serie de asesinatos en Nueva York cuya única relación es una carta con la fecha de la muerte enviada a la víctima, tiene en jaque al detective Will Piper y su compañera Nancy. Lo que no pueden llegar a imaginar es que bajo la superficie haya mucho más de lo que aparentan.
Crítica: Por recomendación de una antigua compañera de clase, decidí leer La biblioteca de los muertos. La historia no me ha decepcionado en absoluto, ya que la obra de Cooper está lejos de tratarse de la convencional trama policíaca de «poli bueno VS asesino malo». El trasfondo que el autor ha desarrollado para llevar a cabo su novela es diferente a las demás historias policíacas. No obstante, aunque la forma sea completamente distinta (y por ello, refrescante), en el fondo no deja de ser una más de tantas novelas detectivescas.
La trama está dividida en varias partes. Tres, para ser precisos, siendo cada una desarrollada en un tiempo y en un espacio diferentes. Normalmente, cuando un autor realiza este tipo de divisiones, el lector experimentado es capaz de unir todos los cabos sueltos sin llegar siquiera a la mitad de las páginas. Sin embargo, con Cooper es lo opuesto, puesto que consigue mantener la intriga durante prácticamente toda la trama, despistando al lector con pequeñas pistas falsas; esto hace que se trate de una novela fácil de leer, a pesar de ser un género tan trillado que rara vez permite salirse de lo convencional.
En conjunto, la historia me ha sorprendido gratamente, tanto en lo básico como en la forma de desarrollarla. El único aspecto que me ha decepcionado ha sido cómo ha llevado la evolución de los personajes de Will y Nancy, apartándolos a un segundo plano, de modo que al llegar a las últimas páginas, sus respectivas transformaciones sorprenden por lo inesperadas que son. Surgen de la nada, de la noche a la mañana, cuando son los propios personajes los que llevan las riendas de sus historias, sin importar cuáles sean éstas, tal y como nosotros hacemos en la vida real con nuestras vidas, escribiendo la Historia a partir de nuestras acciones.
La pluma de Calíope 